Cuántas cosas cambiaron desde aquella primera vez que saliste a la matineé con un grupo de amigos. Capaz que hasta fuiste en bondi, o te llevó el viejo de alguien y caían todos juntos. ¿Le circ, Zoo, El Alma, New York,Coyote, Midnight? Capaz que no fue ninguna de éstas pero te diste cuenta (o ya verás) que después todo evoluciona igual.
Te tomabas una birra, los más osados unas y los más loquitos ya le daban al vino. Entrabas a la matineé, bailabas te encontrabas con toda tu clase del liceo, te pedías unos tragos (sin alcohol) y si enganchabas algo eras Pelé. Dos besos, un pucho y te faltaba la corona para sentirte un rey.
Después, ya empezaste a ir a boliches posta, y ahí arranca una etapa ascendente. Salís viernes y sábados, a veces metés algún jueves y si estás inspirado el domingo te sirve también. No importa cuanto tomes, al otro día la resaca va a ser brava pero en un par de horas ya estás como nuevo.
¿Te acordás de todo eso? Mirate ahora. Ya no sos el mismo de antes, ese que le apuntaba al bulto, al que no le importaba lo que fuera a pasar mañana, cuántas veces pensaste “y bueno...mañana digo que estaba borracho y que no me acuerdo de nada”.
Uno va perdiendo en cantidad y va ganando en calidad (ojo, no todos, sobre todo lo de la calidad). Nos vamos poniendo cada vez más exquisitos, o no disfrutas más con un Jonnhy que con media botella de Dunbar? O acaso no es mejor el pucho en el momento justo que una caja en toda la noche? O tal vez no te da para la maratón de viernes-sábado (que puede costar muy cara) pero una sola buena noche rinde lo mismo. Ahora te divierte mucho más un “no sé”, que un “sí” después de 10 “no”.
Ya no somos los mismos, por suerte, tenemos otras armas, nos divertimos con otras pequeñas cosas. Tal vez ya no tengas el ímpetu y la energía que tenías antes...tal vez ya no volás de palo a palo...pero sabés donde pararte para atajarla igual.